Por Tamara Alonso Agudo. Entra dentro del grupo de minirelatos Sinsentidos.
Renegué de mí porque no quería ser yo, quería ser
otra persona para contemplarte desde la ignorancia de quien no conoce, para
verte por primera vez, para descubrirte. Quería la vida, quería el fuego,
quería la locura y el deseo. Pero el tiempo pasó y todo cuanto quería se tornó
azul, negro, cenizas. El gris de la niebla que cubre los prados, la escarcha y
el rocío; todo aquello que algún día soñé y que en la juventud del pensamiento
nació, fue a morir cuando parpadeaste, porque una lágrima cayó. Escribo esto
desde el exterior, porque estoy fuera de mí, pero sigo siendo yo; no lo he
conseguido. Y sin embargo siento que puedo, pero en el último momento hay un
instinto, una llamada que me dice que pare, que nada tiene sentido. Y pienso, y
no lo tiene. Porque el sentido se lo damos nosotros, y quien carece de algo no
lo puede dar.
La vida es fría como el hielo, y ella dice: el hielo
es frío como yo. Pero el hielo también quema, y la vida quema cuanto más la
piensas. Vida y hielo son uno, como tú y locura sois otro. Locura, hermosa
palabra.
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