sábado, 10 de enero de 2015

Y nada queda

Por Tamara Alonso Agudo 


Y que la bruma en el vacío toque la calavera del difunto. Y nada teme, pues lo muerto no hace daño. Son palabras en el viento, son cicatrices en lo humano. Y nada escucha, es el vacío el lugar donde duermen los sueños, y estos mueren de pena. Y nada ve, queda ciego al respirar el aire viejo del pasado, y contemplar la misma historia, y nada cambia. Y nada siente, porque terminó la lucha sin haber empezado, y es igual y diferente, pero no importa porque nadie queda ya para morir por la libertad, o por un beso. Y nada ama, porque la destrucción consumió el fuego y las cenizas enfermaron, y ni una llama se ha salvado del apocalíptico final. Y tal vez sea mejor así.

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