Por Javier Fernández Calles
¡Volvemos con una nueva entrega de poesía en este domingo! En esta ocasión traigo Cometas, que me recuerda a esas noches de verano en la que el cielo parece que va a caerse sobre nuestras cabezas (como bien diría una pequeña aldea de irreductibles galos). Sin más dilaciones aquí os dejo con este poema:
Lenguas de fuego que quemaban el azul y el blanco,
surcando de horizonte en horizonte,
buscando un hogar.
Con su viaje la belleza portaban y,
no contentas con ello,
el mundo observaban.
Conmovidas por lo que vieron allí,
comenzaron a llorar y,
sus chispas alegraron tanto a los habitantes de la
tierra y los bosques
que sus gritos de felicidad llegaron hasta ellos.
Pensaban que si sus lágrimas los contentaban,
una visita les haría muy felices,
tanto a aquellos pequeños seres
como a aquellos solitarios vagabundos del cosmos.
Y comenzaron a acercarse.
Los gritos de alegría se transformaron en pánico,
cuando el cielo
se cubrió de llamas y las cenizas sepultaron las colinas.
El terror comenzó a aflorar
mientras las grietas y el calor asolaban la superficie,
mientras la belleza se derretía en retumbantes
destellos.
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